No son las cosas que nos pasan,
las que nos afectan,
sino la actitud que tomamos ante ellas;
a veces adoptamos actitudes
negativas y pesimistas ante la vida,
ante las personas que nos rodean,
ante nosotros mismos,
y ante las situaciones propias de la vida,
que no quisiéramos tener que enfrentar.
El simple día a día,
el tener que levantarnos para ir al trabajo,
el tener que enfrentar los problemas
que se nos presentan,
el tener que enfrentar situaciones,
de las relaciones que nos acompañan;
parecen en ocasiones una pesadilla
que pretende destruirnos.
Nos sentimos deprimidos, agobiados,
aburridos, sin ganas de hacer nada,
como si todo en nuestra vida fuera malo,
cuando no es así.
Cambiar de actitud puede ayudarte
a ver las cosas objetivamente,
y a darte cuenta,
de lo afortunado que eres.