Se presentan cuando peleamos con Dios,
con la vida y con nosotros mismos;
cuando nos separamos de Él,
nos dividimos por dentro,
dejamos de comprender,
y abrimos más los vacíos, las heridas
y el caos del corazón.
Generalmente, este tipo de ruptura,
genera crisis existencial,
necesaria para el avance espiritual.