Transformarte y florecer,
también son decisiones

Fruto de tus procesos difíciles;
de las veces en las que te has roto;
de tus caídas y levantadas;
de tu lucha interna por no dejarte vencer;
de tu fe, de tu esperanza
y de ese infinito amor;
de la fuerza de tu espíritu sosteniéndote;
de tu convicción en algo más;
y de la presencia permanente de Dios en ti.

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